(...) jamás he sentido interés por ningún tema que no sean los que he tratado durante toda mi carrera: Dios, sexo y muerte. ¿Hay algo más grande y más interesante que eso? Lo dudo. La ventaja que tiene ser tan pomposo y arrogante al pensar que puedes enfrentarte a estos asuntos es que son tan enormes que jamás los acabas. Siempre hay motivos para retornar a ellos. Soy como ese perro atado a... No, espera... Eso era de Beckett, pero no era así. Soy el perro que vuelve a su vómito. Mierda, esta es de Oscar Wilde. ¿Fumas? (...) Ya está: el hábito es el lastre que encadena el perro a su propio vómito. Esa es la de Beckett. Sigamos.

Nick Cave*

El mejor groove del Imperio Romano

Para el que no lo sepa, al final de Gladiator moría el que menos se lo merecía, Máximo Décimo Meridio (frente al director, Ridley Scott, y al equipo de guionistas, que se habían ganado el fallecimiento a pulso). Pero los aficionados a la recreación historicofestiva pueden estar tranquilos, porque el alma de Máximo tuvo ocasión de desdoblarse antes de morir, según la Doctrina Cortázar, que venimos defendiendo desde Pregúntale a Geronimo, y fue a instalarse dentro del cuerpo de un batería de la escena del jazz de vanguardia neoyorkino; el más funky de toda la escena, el más brasileño de toda NY, nada menos que Billy Martin, batería de Medeski Martin and Wood. ¡El mejor groove del Imperio Romano!

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