Para el que no lo sepa, al final de Gladiator moría el que menos se lo merecía, Máximo Décimo Meridio (frente al director, Ridley Scott, y al equipo de guionistas, que se habían ganado el fallecimiento a pulso). Pero los aficionados a la recreación historicofestiva pueden estar tranquilos, porque el alma de Máximo tuvo ocasión de desdoblarse antes de morir, según la Doctrina Cortázar, que venimos defendiendo desde Pregúntale a Geronimo, y fue a instalarse dentro del cuerpo de un batería de la escena del jazz de vanguardia neoyorkino; el más funky de toda la escena, el más brasileño de toda NY, nada menos que Billy Martin, batería de Medeski Martin and Wood. ¡El mejor groove del Imperio Romano!
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