(...) jamás he sentido interés por ningún tema que no sean los que he tratado durante toda mi carrera: Dios, sexo y muerte. ¿Hay algo más grande y más interesante que eso? Lo dudo. La ventaja que tiene ser tan pomposo y arrogante al pensar que puedes enfrentarte a estos asuntos es que son tan enormes que jamás los acabas. Siempre hay motivos para retornar a ellos. Soy como ese perro atado a... No, espera... Eso era de Beckett, pero no era así. Soy el perro que vuelve a su vómito. Mierda, esta es de Oscar Wilde. ¿Fumas? (...) Ya está: el hábito es el lastre que encadena el perro a su propio vómito. Esa es la de Beckett. Sigamos.

Nick Cave*

Nora, la vaca saltadora

Ok, la vaca no se llama Nora, se llama Luna. Es una pena. El País se hace eco hoy de una noticia de Associated Press, esa agencia dedicada a las noticias esenciales*.

El problema es que la vaca no salta, por mucho que Regina quiera. ¿Es que nadie ha mirado la foto? No sólo tiene las dos patas traseras firmemente asentadas en el suelo. No sólo está a punto de tragarse el travesaño. Además, la puta vaca lleva rodilleras.

Mel Gussow, ese visionario

No se dónde etiquetar ésto. Mel no tiene bastante con un alarde capilar que haría corroerse de envídia a Tommy Seebach. No tiene bastante con una corbata que convertiría The Sartorialist en un ERROR 404. No tiene bastante.

Elizabeth Taylor se ha muerto.
Ayer.
En el New York Times se puede leer

un obituario perfecto.

Firmado por Mel.

Mel se murió hace seis años,
y Elizabeth ayer.
Así era Mel.

Mel fue un bigote y una corbata, pero no, no sólo fue un esteta; por encima de todo, Mel fue un visionario, eso es un Ídolo.

De James Joyce al Teniente Colombo.

No sabemos si en un multiverso diferente al nuestro la línea de tiempo alternativa pudiese haber llevado al Teniente Colombo a protagonizar el controvertido Ulises de James Joyce. ¿Acaso los monólogos interiores acerca de la consubstancialidad divina de Dios Padre e Hijo son más interesantes que aquellos otros acerca de cuándo llevar a la tintorería la puta gabardina?

Todo esto pertenece al mundo de la especulación, pero lo que sí está claro, es que podemos plantear una concatenación de hechos palmarios que nos permiten establecer una hilarante relación entre James Joyce y el Teniente Colombo.

El gran Joyce contaba con Samuel Beckett entre sus más íntimos discípulos (no se alteren, no queremos hacer una reinterpretación de la serie Colombo como Teatro del Absurdo). El susodicho dramaturgo era vecino de André René Roussimoff, lo cual puede decir poco al lector, al igual que a nosotros, pero la cosa cambia si decimos que dicho nombre corresponde al luchador profesional y "actor" André El Gigante. ¿Es posible que Colombo tuviese una doble vida repartiendo hostias en el cuadrilátero de Pressing Catch? No, que nosotros sepamos... El caso es que André el Gigante no tenía pocos problemas físicos en su infancia dada su desproporcionada altura, incluso para subir al autobús escolar, para lo cual contaba con la ayuda del mismísimo Samuel Beckett.

Muchos recordarán aquella película infame, pero ya parte del acervo cinematográfico infantil, titulada "La princesa prometida", en la cual actuaba André el Gigante y en la que un abuelo le contaba a su nieto enfermo un cuento de espadachines, bandidos y princesas. La concatenación no está en que Colombo pudiese haber sido un diestro espadachín (la gabardina dificulta la movilidad del brazo que enarbola el arma), sino en que ese abuelo cuentacuentos era interpretado ni más ni menos que por Peter Falk, o lo que es lo mismo, el actor que dio vida al peculiar Teniente Colombo.

Tras esta vinculación de hechos digna de aparecer en el Código Da Vinci, en Pregúntale a Geronimo queremos releer la historia hasta donde estas concatenaciones nos permitan, si bien permitiremos un cierto margen de digresión que el propio Comité Central calificará de excesivo o tolerable [1]. Si Dan Brown se lo puede permitir, ¿por qué no nosotros?

Así pues, el primer eslabón de la Nueva Historia Universal Geronimiana une a James Joyce con el ficticio Teniente Colombo. ¿Quién sabe adónde nos llevará el entrañable detective de gabardina y puro?

[1] : El Comité hará pública su resolución en el plazo de quince días laborables, si al cabo de ese periodo no se ha pronunciado, se entenderá que es tolerable por silencio administrativo.