1. El filosofo esloveno, Slavoj Zizek, considera que una de las uniones más peligrosas es la de los militares con los poetas (-->). Desde aquí vamos a proponer otra: los predicadores y las matemáticas. William Miller era un predicador bautista, pero a partir de 1803 empieza a juntarse con deístas y masones, que son señores con las matemáticas entre sus aficiones. Como los bautistas creen en unas cosas y los deístas en otras, el hombre se vio en una encrucijada, así que decidió que "armonizaría todas las contradicciones" a base de estudiar la Biblia. Y, en 1818, después de leer y leer y leer, Dan Brown way, quedó convencido de que de alguna forma entre esas páginas estaba codificada la fecha de la Segunda Venida de Cristo; normalmente los cristianos creen que su líder regresará, pero carecen de una fecha concreta para esperarlo.
La lógica viene del profeta Daniel, que escribía "Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el santuario será purificado". Will entendió que cada tarde+mañana quería simbolizar un año, y que con lo de purificar el santuario de refería a algo más drástico. Entendió además que había que empezar a contar en el 457 a.C., que es cuando Artajerjes I reconstruye Jerusalen, y su templo, así que -457 + 2300 = 1843.
Con una precisión envidiable, pasa otros catorce años estudiando los textos sagrados, y concluye que el fin del mundo tendrá lugar concretamente el 21 de mayo de 1843. Sus seguidores, que eran numerosos, empezaron a saldar cuentas con el mundo terrenal en base a ese dato; vendieron los negocios que ya no iban a necesitar, regalaron sus bienes... Muchos de ellos decidieron, en todo un alarde estético, vestir túnicas blancas la noche del 21 de mayo para agradar al Mesías. No hay que explicar el chasco que se llevó la comunidad la mañana del 22 de mayo de 1843.
Will debió de achacar el error a un lapsus del tipo "¡Ah!, ¡que me llevaba uno!", y pospuso el fin del mundo hasta el 21 de mayo de 1844. Los menos escépticos se prepararon a conciencia para saludar al Señor... pero tampoco pasó nada. Un discípulo retomó la Biblia, el lápiz, la goma y la libreta y dató el tercer fin del mundo para el 22 de octubre de ese mismo año. No creo que sea necesario explicar qué tal le salieron las cuentas.
La lógica viene del profeta Daniel, que escribía "Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el santuario será purificado". Will entendió que cada tarde+mañana quería simbolizar un año, y que con lo de purificar el santuario de refería a algo más drástico. Entendió además que había que empezar a contar en el 457 a.C., que es cuando Artajerjes I reconstruye Jerusalen, y su templo, así que -457 + 2300 = 1843.
Con una precisión envidiable, pasa otros catorce años estudiando los textos sagrados, y concluye que el fin del mundo tendrá lugar concretamente el 21 de mayo de 1843. Sus seguidores, que eran numerosos, empezaron a saldar cuentas con el mundo terrenal en base a ese dato; vendieron los negocios que ya no iban a necesitar, regalaron sus bienes... Muchos de ellos decidieron, en todo un alarde estético, vestir túnicas blancas la noche del 21 de mayo para agradar al Mesías. No hay que explicar el chasco que se llevó la comunidad la mañana del 22 de mayo de 1843.
Will debió de achacar el error a un lapsus del tipo "¡Ah!, ¡que me llevaba uno!", y pospuso el fin del mundo hasta el 21 de mayo de 1844. Los menos escépticos se prepararon a conciencia para saludar al Señor... pero tampoco pasó nada. Un discípulo retomó la Biblia, el lápiz, la goma y la libreta y dató el tercer fin del mundo para el 22 de octubre de ese mismo año. No creo que sea necesario explicar qué tal le salieron las cuentas.
la biblia habla del segundo advenimiento de Marx?
ResponderEliminarNo, eso lo cuenta la Historia de la Revolución Rusa de Trotsky
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