(...) jamás he sentido interés por ningún tema que no sean los que he tratado durante toda mi carrera: Dios, sexo y muerte. ¿Hay algo más grande y más interesante que eso? Lo dudo. La ventaja que tiene ser tan pomposo y arrogante al pensar que puedes enfrentarte a estos asuntos es que son tan enormes que jamás los acabas. Siempre hay motivos para retornar a ellos. Soy como ese perro atado a... No, espera... Eso era de Beckett, pero no era así. Soy el perro que vuelve a su vómito. Mierda, esta es de Oscar Wilde. ¿Fumas? (...) Ya está: el hábito es el lastre que encadena el perro a su propio vómito. Esa es la de Beckett. Sigamos.

Nick Cave*

Dschinghis Khan

1. Temüjin Borjigin nació en los montes Khentii, al sudeste de la estepa mongola, en el año 1162. Para cuando cumple 44 años ya es Gran Khan (en alemán, Dschinghis Khan), emperador de todos los mongoles. Entre batalla y batalla, sus treintaiseis esposas y sus numerosísimas concubinas, engendraron una descendencia tan prolífica como para que, a día de hoy, aproximadamente el 0.5% de la población mundial sea descendiente directa del Gran Khan. Es de uno de sus hijos de quien vamos a hablar ahora.

2. La letra de The rocking son of Dschinghis Khan no deja lugar a dudas. Nos cuenta cómo el Emperador trataba de inculcar a su hijo, el futuro Khan, las disciplinas y conocimientos del buen gobierno, pero no podía más que indignarse al comprobar su completo desinterés por el arte de la guerra: el nuevo Dschinghis Khan había decidido que prefería ser el mejor batería de rock del siglo XIII (?¿?¿) y desentenderse de tributos y conquistas. La letra cuenta con un final feliz, el viejo Khan, antes estático y severo, termina por comprender que la libertad creativa de su hijo rockero está por encima de la prosperidad en la estepa mongola y se suma a la trepidante coreografía. La perfecta resolución de un conflicto edípico. Además, incluye tempranos rasgos de experimentación: la guardia pretoriana del padre, entre exclamaciones de indignación, proclama a voz en grito ¡Kazachov!, el título de una canción popular rusa que nada tiene que ver con la trama principal, y que, en una chispeante herencia dadaista, termina fusionándose con el término rock'n'roll (¡Rock'a'chov!, ¡Rock'a'chov!). Son capaces de desembarazarse de las ataduras de lo narrativo o lo coherente.

Gracias a su indiscutible protagonismo en este tema (que, por supuesto, está en youtube) encarnando a todos sus compañeros, un joven húngaro, Leslie Mándoki, pasó a la posteridad con el que sería siempre su nombre de batalla, el-del-bigote, y su grupo se convirtió en un mito: los nunca suficientemente laureados
Dschinghis Khan.

3. En 1979, a Ralph Siegel se le encarga coordinar la participación alemana en el Festival de Eurovisión. Ralph escribe una canción que condensa la biografía del líder más significativo del Imperio Mogol en dos pegadizas estrofas y un estribillo. A continuación, se propone armar a un grupo de primeras espadas que sea capaz de abanderar el más puro orgullo alemán. Empieza por un boer sudafricano, Louis Hendrik Potgieter, bailarín profesional de ballet y que se convertiría en primer bailarín de las complejas coreografías de la formación (como se aprecia en la imagen). Al boer se añaden un batería de jazz húngaro que había tenido una epifanía por la música disco (el ya mencionado el-del-bigote), Edina Pop, una cantante húngara que en ese momento contaba con gran éxito en el país teutón, y solo dos alemanes, un antiguo colaborador de Siegel, Steve Bender (conocido como el-calvo) y su compatriota Wolfgang Heichel, que consigue enchufar en el grupo a su esposa, Henriette.

Su primera coreografía ya forjaría uno de los rasgos más característicos del estilo de danza dschingiskhaniano: utilizar el paso del balanceo y el paso del arquero en los bailarines laterales mientras el primer bailarín cae en una frenética espiral epiléptica. A modo de ambientación, los miembros del grupo visten una revisión en plástico de la ropa tradicional mogola. A pesar de ello, no fue su canción homónima la que atrajo todas las miradas, sino su pieza de inspiración rusa, Moskau. Tal vez sea la solemnidad de la pieza, la perfección de la coreografía que incorpora aromas de corte eslavo en el baile (entre ellos, el célebre paso del cosaco), el cuidado dadaismo de su letra, que mezcla tópicos de la cultura rusa sin hilazón aparente, o la elección de vestimentas completamente individualizadas en base al color, pero es un hecho que Moskau fue la pieza más exitosa del conjunto alemán. Ni siquiera el error coreográfico de el-calvo (minuto 3.16) pudo empañar su estruendoso éxito. El traslado del estribillo principal hacia las tesituras graves de los tres cantantes masculinos (el-calvo, el-del-bigote y el-otro) fue sin duda un acierto (minuto 2.15).

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4. Su carrera posterior estuvo repleta de éxitos (entre los que cabe destacar Hadschi Halef Omar, en que la temática oriental no impide incluir a un personaje caracterizado con traje de chaqueta y sombrero de copa plateados), pero, como sucede tantas veces a lo largo de la historia de la música, su primera grabación nunca fue superada. Tras una década en activo, Steve Bender abandonó la banda esgrimiendo un justificante de su médico que daba fe de lo dura que había sido la música profesional con su espalda. El grupo fue desintegrándose,
Louis Hendrik Potgieter volvió a su Sudáfrica natal a morir como encargado de hotel, Leslie Mándoki se estableció en EE.UU. como productor y percusionista y el resto de sus miembros se dispersaron. Los intentos posteriores de resucitar la banda han sido incapaces de recuperar la magia de aquellos primeros años. Desde Pregúntale a Gerónimo queremos reivindicar su trabajo.

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