(...) jamás he sentido interés por ningún tema que no sean los que he tratado durante toda mi carrera: Dios, sexo y muerte. ¿Hay algo más grande y más interesante que eso? Lo dudo. La ventaja que tiene ser tan pomposo y arrogante al pensar que puedes enfrentarte a estos asuntos es que son tan enormes que jamás los acabas. Siempre hay motivos para retornar a ellos. Soy como ese perro atado a... No, espera... Eso era de Beckett, pero no era así. Soy el perro que vuelve a su vómito. Mierda, esta es de Oscar Wilde. ¿Fumas? (...) Ya está: el hábito es el lastre que encadena el perro a su propio vómito. Esa es la de Beckett. Sigamos.

Nick Cave*

Mágico González

Ante la inevitable recaída de la economía española en el hipotético caso, Dios no lo quiera, de una derrota de nuestra amada selección frente a la Naranja Mecánica, el próximo domingo en la final del mundial de fútbol Sudáfrica 2010, nos vemos en la obligación de rescatar la figura de este controvertido ex-futbolista, ya verán por qué.

Jorge Alberto González Barillas, nace en 1958 en El Salvador (Viva Honduras!), bohemio, fiestero, mujeriego y por encima de todo habilidoso con el balón en los pies. Comienza su trayectoria en la liga de su país en 1975 donde enseguida destaca por sus cualidades futbolísticas. El mundo entero se rinde a su juego en el mundial de 1982 en España, donde su selección realiza un discreto papel. Ese mismo año ficha por el Cádiz C.F., lo que será el inicio de una década en la liga española antes de su vuelta al fútbol de El Salvador, donde jugará hasta su retirada.

Futbolista polémico como pocos, una vida llena de buen fútbol y demasiadas ganas de divertirse:

“Reconozco que no soy un santo, que me gusta la noche y que las ganas de juerga no me las quita ni mi madre. Sé que soy un irresponsable y un mal profesional, y puede que esté desaprovechando la oportunidad de mi vida. Lo sé, pero tengo una tontería en el coco: no me gusta tomarme el fútbol como un trabajo. Si lo hiciera no sería yo. Sólo juego por divertirme”

Todo un ejemplo de cómo no tomarse demasiado en serio el deporte rey. Más de uno debería tomar buena nota.

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