1. Olga Ivanovna Lazovich Milanoff (en la foto, con cara de perfecta salud mental) era una teosofista montenegrina (¡por qué conformarse con una religión si puedes creértelas todas!), seguidora del gurú, bailarín, filósofo, místico y vividor en general Georges Gurdjieff (en la foto, con cara de perfecta salud mental).
En 1923, Olga vive en el campo con su secta, pero en 1925 está casada con Frank Lloyd Wright, un señor que hace casas en los EEUU. Olga aporta al matrimonio a su hija, Svetlana Hinzenberg. Svetlana H. se hace mayor y, en 1935, se casa con otro arquitecto, William Wesley Peters. En 1945, a Svetlana H. la pilla un coche. Ahí termina su historia.
2. Svetlana Iosifovna Alliluyeva (Svetlana A.) fue la última hija que Iósif Stalin vio nacer, y le salió un pelín díscola. En 1963 se junta con un comunista indio, Brajesh Singh, que se muere en territorio soviético, y Svetlana tiene algunos problemillas legales al intentar llevarse el cadáver al Ganges. Termina rebotándose y, ya en Nueva Delhi, en 1967, pide asilo en la embajada estadounidente y se establece en Nueva Jersey.
3. En 1970, Olga (o sea, la del punto 1.) llama a Svetlana A. (la del punto 2.). Y todo ese runrun que le había oído al gurú Georges a lo largo de años termina por condensarse en un solo acto: Olga llega una conclusión. Svetlana A. tiene la misma edad que Svetlana H. tendría, y la misteriosa coincidencia de sus nombres hace que a Olga se le encienda una bombilla: tienen que ser la misma persona (después de todo, solo 280 millones de personas llevan nombres rusos). Sus argumentos son tan convincentes que no solo Svetlana A. asume su nueva personalidad, sino que el ex marido de la pobre atropellada, William Wesley Peters, acepta casarse con ella. Svetlana A.= Svetlana H. Si a William le pareció bien...
loquisimo!
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